Yo no sabía cómo quitarte las lágrimas de tus mejillas
Mantuve una leve paciencia
Para que no me rozara tal pesadilla
Quise enseñarte a volar
Creyéndote un pichón
Y vos me enseñaste primero a caminar
Y a regresar al mismo lugar
Para entrenarme después y correr
Y levantar el vuelo como las gaviotas
Nunca supe bien que decirte
Aquel invierno en que por las noches
Dejaba nuestras almas congeladas
Con la conciencia helada
Intentando refrescar nuestras memorias
Queriendo recuperar vestigios
Como tratándose de una quimera
Pero la acérrima locura
Nunca nos dejo escapar
Siempre tuvimos que volver
A comer del mismo plato
Mirándonos las caras
Apagando la tele
Encendiendo la hoguera
De la suerte
Si pasa algo que pase
Si será no hay que preocuparse más
Dejar los cuerpos alivianados
Sin el peso del paso del tiempo
Pisando el tiempo
Para que este no nos pisotee a nosotros
Con sus verdugas promesas de cambio
De rebelión
Alcanzando la excitación
Frotando los dedos para proporcionarnos calor
Develando misterios
Enigmáticamente despachándonos nuestras ilusiones
Aquellos anhelos de mirar el mundo
Como si fuera un simple sueño
Luchando por los mismos sueños
Para poder conducirnos
Por un camino de tierra
Esquivando charcos para que el barro
No ensucie nuestros calzados
Descalzándonos de toda tensión presa
Que nos acecha
Escogiendo el lugar
Donde nadie sepa de nosotros
Sin dar señales para que nadie nos encuentre
Y cuando todo esto termine
Volver al lugar de origen
Con otras expresiones en la cara
Sin que se nos marquen las arrugas
Al momento del cuestionamiento
Del porque de nuestra partida
Y el cómo de nuestro regreso
Tan inesperado
Pero tan deseado
De todo aquello
Que tiempo atrás
Dejamos atrás de nosotros.
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