Y si te quito el sueño una noche de invierno, ¿cómo alumbraran mañana tus sueños, desplegando alegría como cuando en un beso mío parecías entregarme toda tu vida?
Que los fuegos no se apaguen, que sean tiernos y suaves y no nos arrebaten, para no quemarnos en la hoguera, cuando sabemos que nuestros corazones no son de madera.
Puse todas mis miradas dentro tuyo, y el sol de julio las acompaño, allá en lo alto, donde se ilumina lo mejor.
Escalando algunos rincones comencé a hacer averiguaciones.
Analice cada movimiento de tus dedos, y tu comportamiento cuando estábamos lejos.
Llamándote desesperadamente con mi llanto, te hiciste presente esa tarde de agosto, calmando mis tempestades. Mis huesos ya no estaban tiesos porque un nuevo calor los abrigaba, queriendo detener ese abrazo en el tiempo, y el tiempo se detuvo en ese abrazo.
No quiero más lejanías, nuestras vidas ya están unidas.
Me cuelgo en tu mirada, me tomabas por la espalda, me deslice por tus brazos.
Es primavera cuando estamos juntos y el corazón se nos pinta de mil colores.
En un rio de seguridad estamos embarcados hasta llegar al mar, y hundirnos en las aguas del placer, cuando nuestros cuerpos se acercan y en nuestro universo no existe ninguna calamidad que nos arroje a un abismo de infelicidad.
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